Pumas – América: Una Lección de Corazón en el Futbol
Con sufrimiento, Pumas avanzó a la Final
Con mucho sufrimiento, Pumas se convirtió en el primer finalista del Apertura 2015, luego de que América se metió a su casa a meterle tres goles con los que buscaban hacer una remontada histórica, pero el corazón no le alcanzó a los de Ambriz para eliminar a los felinos, que cobraron venganza de las ocasiones en que los azulcremas los dejaron fuera de la Liguilla.
Desde los primeros minutos, América no solo controló el esférico, sino que generó peligro. En una jugada en media cancha, Andrade usó a Benedetto como poste para que Darwin Quintero rematara al arco de los felinos y así poner el 0-1 a favor apenas al minuto 8.
Los de Coapa no bajaron los brazos y ante la presión las llegadas del rival aparecieron en una jugada entre Cortés y Güemez, el americanista salió lesionado y en su lugar ingresó Martínez.
Después de un juego de ida de pesadilla, pocos aficionados podíamos estar satisfechos con el desempeño del América, y mucho menos con Nacho Ambriz, que durante seis meses se dedicó a callar bocas. Pero el jueves pasado demostró todo lo contrario, al intentar seguir jugando a la ofensiva tras dos expulsiones. Tres goles ponían fin prematuro a buscar la decimotercera. O eso parecía.
América ha estado en situaciones mucho más adversas, y ha salido adelante. Recordemos aquella vez que perdió 2-4 en casa contra el Fluminense en la peor etapa del club en la historia reciente, Llega el cabezón Luna al banquillo y serenamente dice que primero se plantarán bien atrás para no recibir más goles en Brasil, y comenzarán buscando el primero, y con un poco de suerte, tal vez el segundo. Esa noche el Ame ganó 3-0, revivió el maracanazo y calificó a Cuartos de Final de Copa Libertadores.
Y qué de la final contra el Cruz Azul? Historia que no será olvidada por lo menos en lo que resta de este siglo.
La historia del América está llena de estas epopeyas, y al recordarlas, un hipotético 4-0 en C.U. no se veía tan imposible, amén de que Pumas, en toda la temporada, hubiera recibido tan sólo cuatro goles como local. El nerviosismo queda a un lado cuando hay tanta diferencia, los involucrados salen más sueltos, y el rival, más confiado. Hay tanta adversidad que no hay nada qué perder, y este ingrediente, junto con la garra que se muestra, pueden dar pie a historias dignas de contar.
De forma muy ofensiva, Pumas se vio abrumado en los primeros minutos, para ir cayendo antes del minuto 10. La hombrada se veía lejana, pero cada vez más factible. Antes del ‘30, ya iba 2-0, y una afición se comenzaba a ilusionar mientras otra empezaba a sufrir: su equipo no reaccionaba.
Para la segunda mitad, la historia fue similar, pero las ocasiones no se concretaban. Era en ese momento un gusto ser seguidor de un equipo que le pone tanto empeño a una causa perdida. Con 10 minutos en el cronómetro, las cosas no se veían bien, menos con dos jugadores expulsados. Pumas aprovechó las circunstancias y metió un gol que si bien no cambiaba las cosas —América seguía buscando dos—, sí ponía más frialdad. Un par de minutos después, una genialida de Andrade le puso más emoción a los úlitmos momentos del partido, teniendo varias opciones que no fructificaron.
Más allá de la derrota, quiero agradecerle al América por enseñarnos, a propios y extraños, una valiosa lección de vida: nunca rendirse, siempre poner el corazón. Desde la llegada de Ricardo Peláez hace cuatro años, hemos visto posiblemente al mejor Ame de los últimos tiempos, manteniendo un nivel de competencia muy alto, y resultados muy buenos.
Pero el futbol es así: a veces se gana, y a veces se pierde. América ha ganado más veces de las que ha perdido, pero incluso en la derrota, se ha vendido cara, se ha hecho sudar frío al rival, se le ha puesto sobre las cuerdas, se ha realizado el 90% de la hazaña imposible. Hoy Pumas, super líder, con sólo 4 tantos recibidos en casa en más de 700 minutos, con 3 goles a favor, con superioridad numérica, con su porra y en su casa, se vio como equipo chico; bastaron 90 minutos para prácticamente duplicar lo que rivales hicieron en toda la temporada, haciendo sudar frío a más de uno, recordándole los fantasmas al DT universitario y logrando que todos en el estadio estuvieran pidiendo el silbatazo final.
Hoy me voy contento con una exhibición y emociones únicas. Si fuera aficionado puma, estaría muy enojado con mi equipo, y pensaría que no merecen llegar a la final, mucho menos como equipo pequeño, ratonero y mediocre. Las formas sí importan.
Pumas – América: Una Lección de Corazón en el Futbol fue escrito por @rafael_soto_ el día domingo 6 de diciembre de 2015 a las 5:25 p. m.
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